miró atrás, a espaldas de él,
y se volvió estatua de sal
Génesis 19,26
Y el justo fue tras el enviado de Dios,
enorme y claro, por una montaña negra.
Mas la ansiedad en voz alta le decía a la mujer:
Todavía estás a tiempo de mirar
las torres rojas de tu Sodoma amada,
la plaza en que cantaste, el patio donde hilaste,
las ventanas vacías de la casa alta
donde diste hijos a tu amado esposo.
Miró, y, paralizados por un dolor mortal,
sus ojos no veían; y su cuerpo
se hizo sal transparente,
y sus ágiles piernas pegáronse a la tierra.
¿Quién habrá de llorar a esta mujer?
¿Acaso no parece pérdida intrascendente?
Sólo mi corazón no olvidará jamás
a esa que dio la vida por sólo una mirada.
1922-1924
Anna Ajmátova, incluido en Poesía acmeísta rusa (Visor Libros, Madrid, 2013, ed. de Diana Myers, trad. de Amaya Lacasa y Rafael Ruiz de la Cuesta).
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Me encanta este poema. El epígrafe es de Génesis 19:26, no 1:26
ResponderEliminarGracias
Gracias, lo corrijo, ya me parecía a mí demasiado pronto en el Génesis. Viene así en la edición.
EliminarEs como si con su vida pagara las equivocaciones de los demás. Pasa más seguido de lo que nos gustaría. Un saludo, muy bonitos versos.
ResponderEliminarEn mi modesta opinión, la mujer de Lot tiene un final bastante injusto. Dios actúa aquí con mucha crueldad.
EliminarSiempre había pensado en lo injusto de éste hecho, pero con el tiempo creo que en el fondo, era un consejo, no voltees a lo que ya fue porque no avanzaras
ResponderEliminarBueno, como todo texto poético, y la Biblia lo es, se presta a diferentes interpretaciones.
EliminarLos desterrados mueren de alguna manera al abandonar los lugares donde vivieron y la mirada de despedida les causa tanto dolor q petrifica su interior.
ResponderEliminarQue injusto q siga pasando.
Un saludo
El dolor de los desterrados produce piedra al lanzar su última mirada.
ResponderEliminarSeguimos llenando el mundo de rocas lastimeras.