Pariome mi madre
una noche escura,
cubriome de luto,
faltome ventura.
Cuando yo nascí,
la hora menguaba,
ni perro se oía,
ni gallo cantaba.
Ni gallo cantaba,
ni perro se oía,
sino mi ventura
que me maldecía.
Apartaos de mí,
bien afortunados,
que de solo verme
seréis desdichados.
Dijeron mis hados
cuando fui nascido,
si damas amase,
fuese aborrecido.
Yo fui engendrado
en signo nocturno,
reinaba Saturno
en curso menguado.
Mi leche y la cuna
es la dura tierra,
criome una perra,
mujer no, ninguna.
Muriendo mi madre,
con voz de tristura,
púsome por nombre
hijo sin ventura.
Cupido enojado
con sus sofraganos
el arco en las manos
me tiene encarado.
Anónimo, incluido en Poesía de los Siglos de Oro (Epublibre, Internet, 2002, ed. de Felipe Pedraza y Milagros Rodríguez Cáseres).
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