pues me visitan multitudes;
incontables visitantes
que irrumpen en mi cuarto.
No tienen ropas, ni nombres,
ni tiempo, ni país;
tienen casas compartidas,
como los gnomos.
Su llegada puede ser anunciada
por mensajeros, en lo interior;
su partida, no,
pues nunca se marchan.
Emily Dickinson, incluido en El viento comenzó a mecer la hierba (Titivillus, Internet, 2016, trad. de Enrique Goicolea).
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Una gran poeta Emily
ResponderEliminarTe leo siempre aunque no comente.
tan bello
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