no es el mismo Oeste salvaje
que halló el hombre blanco
Es la tierra descubierta por Buda
yendo hacia otra parte
es un salvaje nido blanco
en el enloquecido Norte
de la introspección
donde los «halcones del ojo interior»
se lanzan en picada y mueren
atisbando en la mortal caída
toda la memoria vital
de la existencia
y con alas de tiza sombría
dibujan las imágenes entretejidas
de mil vuelos
en el cielo plomizo
La noche es el «refugio natural»
de esos «pájaros del espíritu» con alas sangrantes
de esas bandadas de chorlitos
águilas barbudas
pájaros ciegos que cantan
en campos de vidrio
de esos cisnes enamorados de la luna y gansos en éxtasis
garzas atrapadas
búhos de carbón
símbolos de tortugas que trotan
de esos peces rosáceos entre las montañas
urracas en busca de nido
zumbidos de cartílagos
apareándose en el aire
entre lunas alucinatorias
Y de un pájaro enmascarado
pescando en un arroyo dorado
y un ibis dando alimento
«de su propio pecho»
y un «espectro de Connemara» perdido
(de tamaño natural)
Y luego de esos pájaros cansados y mudos
que llevan peces y papeles
entre dos arroyos
los arroyos
del olvido
donde la imaginación
vuelve sobre sí misma
con una visión blanca y eléctrica
y se redescubre en medio de las Hébridas
aún enloquecida y hambrienta
Lawrence Ferlinghetti, incluido en Cinco poetas de la Generación beat (Ediciones Alma_Perro, s.l., s.a.).
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Hermoso y triste.
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