me alcanzó, y me tocó la tarea de clasificar las gotas de acuerdo a la Necesidad
Interior (NI) y empecé a llorar en seguida, así que la tarea se hizo
aún más imposible. Me consolaste junto al canal (NI)
que hizo lo peor. Me consolaste con el vino blanco (NI)
que hizo lo peor. Me consolaste cuando todo salió corriendo hacia una imagen
y me sujetó contra ti con tanta fuerza que en el acto nos hicimos amigas del alma
o quizá zorras del alma, girlfriends in crime.
¿Quizá es tan triste? No. ¿Quizá a pesar de todo sea
un poquito triste? No. Pero la hierba del parque estaba mojada
como un suelo recién fregado, y nos sentamos en corro sobre mantas
con vino y galletas de chocolate (NI). Desde la altura de un pensamiento el parque parecía
una enorme colcha. Desde esa altura uno podía creer
que esa vida turbada era quizá otra o
incluso la otra. ¿Madrugarías entonces un poco más en la otra vida
para desayunar café con tus hijos no legítimos y recordarles que
la vida sigue más allá del paraíso de los hotentotes?
Pero es lo que hace. Pero es lo que haces.
¿Convocarías a Dios a una reunión y le pedirías que dejase de molestar a la gente?
Porque es lo que hace. Porque crees que alguien tenía que decirlo (NI).
¿Pasearías de noche por los lagos fumando? ¿Atraerías a todos los hombres casados hasta que sus esposas te estuvieran profundamente agradecidas?
¿Traducirías versos como: La pluie, dans la cour
où je la regarde tomber, descend à des allures très diverses?
Porque es lo que hace. Pero eso ya lo he dicho. Y sonaba
casi mejor que el original, como si la traducción fuera su resolución.
¿Cantarías en francés tu chanson sobre la insensata libertad
que hace que nos entren ganas de morir? La libertad siempre dependiente del más allá,
la libertad allí, nunca aquí. La libertad no como una forma de vida,
como una forma de muerte. ¿Cantarías al caracol alocado?
A la alegre anfibialencia, donde las palabras parecen caladas
hasta los huesos y dispuestas a humillarse en cualquier parte (NI).
Porque es que lo están. Donde la muerte se parece a un sistema de contracción.
Pero es que lo es. ¿Te sentarías con los pies sumergidos en mis lágrimas
que la libertad retuvo en una intersección con un alfiler?
Niels Frank en Pequeños dioses (2008), incluido en Copenhague huele a París. Antología de poesía danesa contemporánea (Nórdica libros, Madrid, 2016, trad. de Daniel Sancosmed).
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: