viernes, 12 de enero de 2018

Poema del día: "Una composición sobre Ícaro", de Uffe Harder (Dinamarca, 1930-2002)

Dédalo, el técnico, construyó el Laberinto para el rey Minos en Creta.

En varios idiomas las palabras que designan lo artístico, ingenioso,
genial se derivan de su nombre
y aún se usan.

Más tarde lo encarcelaron en ese laberinto. Con él estaba
en cautiverio su hijo Ícaro, un chico mayor.

Minos, dijo Dédalo (según el poeta), puede cerrar mar y tierra.
El cielo siempre está abierto, ése será el camino que tomemos.
Minos gobierna sobre todas las cosas, excepto el aire.

Luego se pusieron a trabajar y Dédalo aconsejó:
       si vuelas demasiado bajo
el agua del mar hará las plumas tan pesadas que no podrás
       levantar los brazos,
si demasiado alto, el sol derretirá la cera y el plumaje se desprenderá.
Y la huida: Samos, Delos y Paros,
Lebintos, Kalimnos, tan rica en miel.

Tras la primera inquietud
tuvo que haberse dejado fascinar por
la luz, los reflejos del mar y la espuma
que tenía debajo,
el juego con los vientos y la posibilidad real
de cambiar de altitud, del aire que lo bañaba,
el suave deslizamiento
hacia arriba con un ligero aleteo,
un laberinto
de centelleos, caídas y elevaciones,
ligereza y peso,
el sol quemándole la espalda,
el rumor de la sangre zumbándole en los oídos,
el sudor secándose al viento,
el mechón de pelo que no puede echar atrás,
las islas que cambian constantemente de sitio,
las blancas montañas flotando en el mar,
un remolino de nubes, de luz, de agua y cielo,
el sonido del batir de alas en el aire,
el latido de su corazón,

mucho más abajo, Dédalo, manteniendo una línea recta.

A distancia: un par de puntos, dos cuerpos con alas,
juntos al principio, pero luego uno de ellos
asciende en una curva, cada vez más empinada,
hasta que se precipita perpendicularmente en el mar,
durante un momento el otro revolotea sobre el lugar
y sigue su vuelo, en línea recta, y desaparece.
Demasiado pesados y demasiado grandes para ser gaviotas,
y de haber sido dioses difícilmente hubieran permitido que se
abatiese una desgracia así sobre ellos
pero ¿quién sabe?
Así es que algo indicaría que los que volaban eran seres humanos.

¿Qué pasó pues con el que no se ahogó?

Uffe Harder en Sort på hvidt, (1968), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).

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