Verbo (BajAmar Editores, Gijón, 2017)
Un poema leído al azar puede ser una
de las mejores puertas para entrar a la poesía de algunas de esas
personas que escriben y llamamos poetas. Eso fue lo que me sucedió
al leer “Liturgia escarlata”, poema de la autora de este libro
que tienes en tus manos, aparecido en el número 1 de la revista El vuelo del flamenco.
El silencio y la soledad a la espera de
la palabra que propone José Ángel Valente es algo que siempre he
sentido cuando hablo de poesía. Para mí (y vean que digo claramente
“para mí”, para otros y otras será otra cosa) esa es la
principal experiencia de la poesía, estar en silencio y a la
escucha, lejos de las estridencias comerciales que a duras penas
tratan de imponer a la poesía, último reducto del silencio, y que
por desgracia van ganando adeptos cada vez más jóvenes. La poesía
no sirve para nada: servir, servidumbre, esclavitud. La poesía no
debe servir. Pero ya digo, es mi forma.
Y la poesía de Ainhoa M. Retenaga no
sirve. Está muy lejos de ser complaciente. Es una poesía muy
elaborada (tiempo, trabajo, honestidad) en la que cada palabra tiene
su peso, hay que leer cada palabra. Una poesía que detiene el tiempo
y que clama al silencio, hay que estar presente para leerla; difícil
leerla entre dos paradas de metro, entre siete mil setencientos
setenta y siete twits, entre las noticias importantes de veinte
segundos, entre la colada y el táper del trabajo. Pararse es un acto
de desobediencia. Para leer Verbo hay que pararse.
Un ejemplo sencillo de esta necesidad
de detenerse. Prueben a leer en voz alta cualquier poema de este
libro. Necesitarán pararse a vocalizar (hablamos siempre
balbuceando), a recrearse en la sonoridad de cada palabra (nunca
escuchamos), a hacer silencios (huimos del silencio al confundirlo
con la muerte).
Otro aspecto importante en la poesía
que vamos a leer aquí es el lenguaje. La poesía va de eso, del
lenguaje. Asombra con qué pocas palabras se escribe la poesía de la
estridencia, la que trata de ser vendible en el mar de la uniformidad
del capitalismo (cuanta menos pluralidad, más barato sale
producirlo, más beneficio). Nuestra poeta conoce el lenguaje que usa
y nos deleita con una gran variedad de vocabulario. Palabras que no
sabíamos que existían dan mucha más sonoridad y sentido a lo que
leemos que las palabras vulgares que tanto usamos y que destruyen los
matices y la riqueza y amplitud del lenguaje.
Por último, este libro es un intento
de introspección. Conocerse, saberse, experimentarse, sentirse en la
propia compañía, tratar de saber quién es una misma, qué lugar
ocupa... Por momentos he sentido al leer estar en la piel de alguna
mujer mística (¿Teresa de Jesús, Hildegarda von Bingen, Juana Inésde la Cruz...?) y al sentirme así, los versos han cobrado una nueva
dimensión. No nos pensamos apenas.
Os dejo a solas con Ainhoa M. Retenaga
pensándose a solas, esperando en silencio a que aparezca la palabra.
Francisco Cenamor
Poemas de Ainhoa M. Retenaga en este blog
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Gracias Francisco por hablarme de poesía, por acercarme al conocimiento y la sensibilidad de un género que me parece de lo más grande de la literatura. Por otro lado ponerle palabras al poema Liturgia escarlata de Ainhoa, sería empequeñecerlo. No quiero ni debo interpretarlo, he de leer mucha poesía para alcanzar más profundidad, pero intuyo y me llega la esencia de ese momento sagrado, porque conozco la experiencia y el significado del silencio, y también el valor de la honestidad. Gracias de nuevo a ti y a tus amigos los poetas.
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