un viejo espíritu bardo;
suena como el sonido de un arpa eolia
en un inquieto, severo y triste canto
que me desgarra el corazón.
E igual que de la montaña,
en el dulce país de las flores,
fluye suave y delicada la sagrada fuente Castalia:
así bulle y susurra con el viento de la mañana
la vestidura de plata.
Allí sólo susurra suavemente su canción,
en la luz grisácea del crepúsculo,
y hacia las claras estrellas alza el vuelo su corazón,
su profundo sentimiento
a las dulces fantasías.
Y en la calma me conmovió cada vez más
su maravillosa canción.
¿Qué miras, espíritu, tan inquieto y apesadumbrado?
¿Qué buscas allí entre la multitud de estrellas?
¡Cómo te arde el alma!
"¡Busco, pero no encuentro ya,
ay, el pasado!
Es cierto que miro tan inquieto y apesadumbrado,
busco allí entre la multitud de estrellas
la Edad de Oro de los alemanes."
"Ya declinó su sol,
apenas quedaba un reflejo de su luz;
con malicia e insolente escarnio
la noche sombría planta ahora la adormidera
alrededor de la tumba de sus antepasados".
"Sí, magnífico, imperturbable, audaz
estaba en pie aquí antaño el alemán;
¡ay, estrellas funestas pasan sobre tambaleantes ruinas!
¡Ése era el país de los teutones!"
Todavía en la alta roca canta
el viejo espíritu del bardo.
Suena como el sonido de un arpa eolia
un desasosegado y grave canto triste
que me desgarra el corazón.
Franz Rudolf Herrmann, incluido en El Lied clásico. Haydn, Mozart y Beethoven (Ediciones Hiperión, Madrid, 2003, selec. y trad. de Judit G. Viloria).
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