Hay en mi pecho una tumba silenciosa
que no adorna ninguna flor
y en cuyo mortal refugio
no yace ningún cadáver.
Sobre ella no suena el metal de las campanas,
ni le pesan grandes masas de tierra.
En esta tumba silenciosa
no hay ni losa ni cruz.
En ella cayó el rayo
que doraba mi vida.
Lo único que hay en ella es mi sueño silencioso
y el latido confiado de mi corazón.
Maria Konopnicka, incluido en Antología de la poesía polaca desde sus orígenes hasta la Primera Guerra Mundial (Editorial Gredos, Madrid, 2006, ed. y trad. de Fernando Presa González).
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
cuánto lamento y soledad...
ResponderEliminarSi, es desesperante.
Eliminar