Es larga y lenta la estación de invierno. En la soledad de sus espacios la carne es seca, lóbrega y cansada. Amar así es perder la piel, descubrir nuestros cuerpos extranjeros, saqueados por la bestia durante el sueño. El oso vigila nuestra puerta. Yergue su hermoso, largo cuello, igual que la rosa que mintió al poeta. El hombre pretende el incendio y encuentra el carcaj siempre vacío, las hachas melladas, el fusil sin mecha. Termina el invierno y el sol alza telones. El oso, sin buscarla, encuentra presa: salta sobre la foca, tira el zarpazo y dibuja la muerte sin metáforas.
El hombre sale al fin. Dispone perros, lanzas y trineo (en las entrañas de la mujer sueña y crece otro guerrero que habrá de empuñar las armas ofendidas). El oso los deja pasar y continúa comiendo con el orgullo de saberse, finalmente, la blancura.
Vicente Quirarte, incluido en Tigre la sed. Antología de poesía mexicana contemporánea 1950-2005 (Ediciones Hiperión, Madrid, 2006, selecc. de Víctor Manuel Mendola, Miguel Ángel Zapata y Miguel Gomes).
Otros poemas de Vicente Quirarte
Teoría del oso (II, III, V), Viento, fuego, viento (Homenaje a H. M.)
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