¡Oh, qué cosa es el hombre, qué alejado
del poder, de la paz y del reposo!
¡En cada hora distinta es, por lo menos,
veinte hombres diferentes!
Un momento hace cuenta de los cielos,
como de su tesoro, pero al punto
siente una idea sierpe que le llama cobarde,
pues pierde su placer por miedo del pecado.
Ora quiere luchar, batirse en guerras,
ora comer su pan y cobijarse en paz,
ora escarnece el lucro,
ora amontona y guarda todo el día.
Edifica una casa
que ha de venirse abajo en un instante,
como si un vendaval la triturase,
y es en parte verdad; que así es su mente.
Qué espectáculo el hombre, si a medida
que muda de opinión se transformase
su aspecto, si su traje, como piel de delfín
se ajustara al variar de sus deseos.
Si cada uno leyera el corazón del otro
no habría relación, ni venta ni concierto;
muy pronto todos se dispersarían,
cada uno viviría solitario.
Corrígenos, Señor, o, mejor, haznos,
que no basta una sola creación a nuestro torbellino.
Si no vuelves a hacernos cada día,
la propia salvación rechazaremos.
George Herbert en The Temple (1633), incluido en Poetas ingleses metafísicos del siglo XVII (Editorial Acantilado, Barcelona, 2000, selec. y versión de Blanca y Maurice Molho).
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Me gusta el poema. Estaba tratando de encontrar el original en ingles, pero al parecer ha sido traducido con otro nombre. Pena ...
ResponderEliminarOtro nombre? El oficial es ese. A no ser que tenga un seudónimo.
EliminarMe ha encantado! Gracias por mantener este blog, tiene muy buena poesía!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Procuramos seleccionar lo mejorcito de cada poeta. Un abrazo.
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