El Salvador 1992
Elvis paseaba volviendo continuamente la cabeza como si el bosque y los disparos no importaran gran cosa, como si esperase o temiese descubrir a alguien bajo el volcán. En Chaparrastique, cada tarde, salía Elvis por la brisa y el frescor nocturno y sentado frente al hombre de sombrero y camisa blanca se preguntaba si sería él u otro el que había saltado del aeroplano con la boca llena de pastillas, si la guitarra sonaría después de cambiar las cuerdas por hilos de bramante y sus patillas por la forma del disco con el discurso de Roque frente al pelotón de jovenzuelos revolucionarios.
Antonio Cordero Sanz en Bardeo (Amargord Ediciones, Madrid, 2014).
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Atienza, Atlántico
*Prólogo de Enrique Mercado a Bardeo
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Es inevitable pasar a la clandestinidad cuando el dictador prohíbe la vida.
ResponderEliminarPor ejemplo, pero, ¿dónde queda Roque?
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