Hija de familia humilde,
no viste nunca seda,
ni conoce perfume.
Al pensar en el mañana,
siente gran melancolía:
Los hombres sólo quieren la apariencia.
¿Quién amará a una chica laboriosa?
Muchas la superan en maquillaje
y en adornos de moda,
aunque nadie la iguala
por sus manos preciosas.
¡Qué triste oficio el suyo!
Bordar bonitos trajes de novia
años y años, para otras.
¡Solamente para otras!
Qin Taoyu, incluido en Poesía clásica china (Ediciones Cátedra, Madrid, 2002, ed. y trad. de Guojian Chen).
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