Su mundo, casi de nada y nada,
de fantasmales supercuerdas
en el espacio decadimensional,
extrañeza, color, espín y encanto,
pero cuando tiene dolor de muelas,
el cosmólogo,
cuando se disipa en polvo de nieve
en St. Moritz,
come ensalada de patatas
o se acuesta con una señora
que no cree en bosones,
cuando muere
se evaporan los cuentos matemáticos,
las ecuaciones se derriten
y él vuelve de su más allá
a este mundo
de dolor, nieve, placer,
ensalada de patatas y muerte.
Hans Magnus Enzensberger, incluido en Explorando el mundo. Poesía de la ciencia (Gadir Editorial, Madrid, 2006, edic. de Miguel García-Posada).
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"extrañeza, color, espín y encanto". Pero ¿qué pinta aquí la palabra "espín"?
ResponderEliminarLa persona que hace estas traducciones, ¿se aplica deliberadamente a hacerlas lo peor posible?
Ni idea, puede que sea esa la forma que sugieren las "supercuerdas en el espacio decadimensional". En cualquier caso la traducción ni siquiera se hizo para este libro, es un poema sacado vete tú a saber de dónde.
EliminarUn abrazo.
Las partículas elementales en la física cuántica se distinguen exactamente por esos cuatro atributos, de la misma forma que los átomos se distinguen unos de otros por los protones, los electrones y los neutrones que poseen. El espín es un anglicismo inaceptable ya que se refiere al vector de giro en inglés spin, que yo traduciría por peonza.
EliminarSeguro que tienes toda la razón, se nota que sabes. Pero en nuestro caso estamos obligados moralmente a respetar la versión del traductor. Gracias por tan sabia aportación. Un abrazo.
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