Amor, yo quisiera mi dama para mí,
el Arno como un fino bálsamo,
los plateados muros de Florencia,
las calles de cristal bien enlosadas,
castillos altos y bien almenados,
y a cada italiano por amigo.
Quiero el mundo en paz, seguro el camino,
pacíficos vecinos,
templado el aire en verano e invierno,
y mil mujeres y doncellas adornadas,
de amor siempre ataviadas,
que cantasen conmigo la mañana y la tarde.
Y jardines frutales y muy plenos,
poblados con todo tipo de pájaros,
y llenos de canales y generosa caza;
y que yo fuese hermoso como lo fue Absalón,
a Sansón parecido, también a Salomón;
como barón servido
con músicas de violas, guitarras y canciones,
y acceder después al empíreo:
que joven, sana, segura y alegre
permanezca mi vida hasta el fin de los tiempos.
Lapo Gianni, incluido en Antología esencial de la poesía italiana (Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1999, selecc. y trad., para este poema, de Antonio Colinas).
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