¿Te acuerdas de la mustia mujer de los tres trapos
encontrada en la vida o no sé si en la muerte
una lluviosa noche de solitarios sapos
y solitarias lilas allá en el Sur sin suerte?
Hoy la he visto. Es un sello de eternidad un dado
de carne sin destino rodando en mi cabeza.
Sus ojos implorantes de amor al otro lado
me caían nevando mi rostro de tristeza.
La he visto pero en sueños. ¡Oh qué tristeza Eduardo!
¡Oh qué tristeza Eduardo! ¡Juan Eduardo, qué triste!
¿Es que tú aquella noche silente de leopardo
no oliste sus cabellos húmedos los oliste?
No estás sola mi harapo de celestes destellos
No estás sola mi harapo de seda inmaculada
Mi dulce harapo negro cubierto de cabellos
Mi dulce harapo blanco arropado de nada.
Ha venido tu hombre Juan Eduardo tu hombre
Ese con sus quinientos palomares extintos
Se han mirado sin duda sin ocasión sin nombre
Se han mirado en la noche con sus ojos distintos.
Los he visto besarse bajo la lluvia. Y dijo
después sueltos los pechos y suelta la garganta
la mujer. Dijo esto dijo: «¿Quién eres hijo?»
Él contestó: «No importa» con una voz que espanta.
¡Ay! ¿Qué has hecho? ¿Qué hiciste Juan Eduardo? Se han ido
para siempre... ¡Se han ido! ¿Por qué la diste esposo?
Desde hoy soy yo el hombre del putrefacto nido
¡Adiós! Los vagos entes no tienen ya reposo.
Me has hecho que me encuentre conmigo y mi consorte
Un siglo repitiendo me estuvo: «¿No me tomas?»
Y ya lejos del Sur sin norte por el Norte
¡Mujer de los tres trapos no nombres mis palomas!
(Madrid, septiembre 1946)
Carlos Edmundo de Ory, incluido en Poesía 1945-1969 (EDHASA, Barcelona, 1970).
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¡Que grandes ambos! Cirlot y Carlos Edmundo
ResponderEliminarPara mí ambos están por descubrir, un poco menos Edmundo, pero solamente he leído su primera poesía.
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