Al leer La tormenta y otros poemas, de Eugenio Montale (DVD Ediciones, Barcelona, 2003, trad. de Juana Ruiz) me vienen a la memoria muchos de los aromas poéticos de su primer libro, Huesos de sepia (leer comentario); y tal vez la mayor diferencia sea la aparición de un oscuro hermetismo, un aumento de las metáfora y el simbolismo, y aunque en una primera lectura no alcancemos a “entender” el trasfondo de los versos, disfrutaremos de los ambientes, las sensaciones, de ese uso de la palabra con sabor añejo que Montale convirtió en voz propia.
En bastantes de los poemas, el referente principal es una amada, imaginada, idealizada, por momentos inalcanzable, a la que nombrará como Clitia, la musa celosa convertida en girasol. Clitia simboliza en este libro lo divino. Una vez más, el juego de los amantes nos acerca a lo religioso. Pero también otros muchos poemas se refieren al vivo recuerdo que en nosotros producen las personas que han ido desapareciendo, y los ambientes de los poemas de juventud del poeta italiano nos retornan a su infancia desengañada de niño viejo, con la palabra precisa que nombra cada árbol, cada arbusto. Encontraremos, acompañando los poemas de nostalgia rural, otros mucho más urbanos, más cercanos.
La edición que he leído tiene una gran ventaja: es bilingüe, y en ella he podido comprobar que el gusto por la rima interna, que no pude atribuir a Montale en mi anterior lectura por contar solamente con la versión castellana, existe en los textos originales y la traductora lo ha mantenido.
Parte del hermetismo de este libro se sustenta sobre metáforas e imágenes que, aunque aparecen unidas, no parecen tener relación entre sí. Eso da a los poemas ingeniosos y sorprendentes giros. Mantiene, en menor medida, las ensoñaciones tenebrosas del romanticismo, aunque mucho más depuradas, tomadas, aún más lejos, de su paisano Dante Alighieri, a quien cita. Su gusto por la poesía del pasado queda también reflejada, no solo en el tono habitual, sino en algunos títulos de las series de poemas como 'Madrigales' o 'Silvas'.
Tras ese aparente hermetismo, algunos poemas dejan entrever un trasfondo social. En este sentido, tiene razón la solapa del libro al afirmar que Eugenio Montale es un claro ejemplo de la complejidad de la poesía del siglo xx: militante antifascista declarado, lo que le llevó incluso a perder un inmejorable trabajo en una importante editorial, huyó de la apologética y el panfleto que hicieron descender la calidad de otros poetas europeos en similares circunstancias.
Contrariamente a lo que se reivindica hoy desde los sectores poéticos relacionados con el poder, que frente a la incertidumbre del futuro defienden una poesía comercial que pueda entender (sigo sin "entender" este concepto) todo el mundo, para así vender más y mejor, una poesía de entretenimiento, Montale, antifascista, de izquierda, habitante de un tiempo de gran incertidumbre, optó por la libertad creativa, por la construcción artística de los textos, por la pluralidad. Y aunque no fue precisamente un vanguardista, su poesía le abrió un hueco en la historia literaria del siglo xx, a lo que ayudó, sin duda, el que en 1975 recibiese el Premio Nobel de Literatura.
Un paisaje con sus matices varios leer tu página. Felicitaciones desde Chile.
ResponderEliminarProcuro buscar la máxima pluralidad. Gracias, un abrazo.
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