Despiértate, despiértate y mira al que ha llegado
despiértate y contempla cómo han reverdecido los pastos
ellos no volverán a secarse ni crecerá la zarza
ni se mecerán sus aviones bajo nuestro cielo
Entonces despierta
despierta con toda tu inocencia y mira al que ha venido
Por un minuto tiéndele tus brazos
y luego muéstrale como si fueras tú misma
los desiertos resembrados
que ya no volverás a ser tierra sin agua
ni aullarán más a tu paso
como a la yegua loca del camino
Por eso despierta y como si te sorprendieras soñando
alza hasta mí tus ojos
y después siéntate nuevamente en mis rodillas
y bébeme los pechos igual que antaño
que si tú lo quieres yo seré madre para ti y tú otra vez
la hija más querida
y nos haremos uno: madre padre e hija para siempre
Entonces despiértate, despiértate riendo que has llegado
despiértate y desata las cadenas que te tenían atada
ya no volverás a cargarlas
ni llevarás más sobre tu cuello el peso de la vergüenza
Porque nuevamente nos hemos visto
y Chile entero se ha levantado para mirarte
¡hija de mi patria!
Raúl Zurita en Anteparaíso (1982) (Visor Libros, Madrid, 1991).
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