Cuando me pasaron el libro Cineraria (Amargord Ediciones, Madrid, 2008), de Juan Soros, no esperaba algo así. Es un libro profundamente religioso (o antirreligioso, pero religioso al fin) en su concepción y ejecución. Soros demuestra una gran erudición en torno a la tradición judeocristiana, sin afectación y con humildad. Incluso, en medio de tal despliegue de nombres y citas, sorprende su lenguaje sencillo y directo, con relaciones y metáforas fácilmente reconocibles.
El tono general del poemario se acerca al estilo de escritura que suelen tener los textos sagrados judeocristianos. Los primeros poemas son un permanente diálogo con el leguaje y el hecho de escribir poesía, manifestando la dificultad del lenguaje para expresar el misterio poético: “Por cada letra de tu nombre / muero sin saber pronunciar / tu misterio”. También en estos primeros poemas se manifiesta claramente una reivindicación del silencio como sustento indispensable de la palabra poética: “En el final no será la palabra, / y la palabra será en silencio, / y la palabra será silencio”.
Contra la moda de la poesía de entretenimiento que nos abruma, que vulgariza la poesía y nos ofrece más cantidad que calidad –muy en la línea de nuestro perverso modelo de sociedad ultraliberal-, Juan Soros enarbola las palabras del Evangelio de Juan (6,60b): “Es duro este lenguaje. ¿Quién podrá escucharlo?”. Y vaya si es duro: el poemario es, por momentos, desolador, hasta llegar incluso a la aniquilación de la esperanza cuando nos encontramos a un Cristo crucificado al que ni madre ni amado acompañan y cuyo cuerpo, lejos de resucitar, se descompone, muerto al pie de la cruz.
Aunque hay quien es reacio a los manuales de instrucción para libros de poesía, creo que Soros acierta plenamente al incluir al final del libro un glosario de palabras y expresiones latinas, griegas, hebreas o alemanas, escritas en los poemas en su lenguaje original, que ayuda bastante a entender el entorno del poema. Y vemos a través de esas traducciones cómo la religiosidad atraviesa el libro, centrándose en la vida de Jesús, pero partiendo de la Grecia antigua, pasando por el Éxodo judío, la mística cristiana medieval, llegando a filósofos y poetas del siglo XX, e, incluso, al cine, con esa magnífica película danesa de C. Th. Dreyer titulada Ordet (1955).
Me gusta, aunque el yo del poeta luche por extinguirse en el libro, que el autor protagonice algún cameo (aparición breve, en cine o televisión), y en ese cameo nos enteramos de que en griego Sorós significa urna cineraria. Curioso.
Insisto en que a mí el libro me ha gustado, lo he disfrutado, a pesar de la lentitud que aporta el ritmo del lenguaje religioso tradicional (del que cada vez estamos más alejados), o por cierta recreación en las imágenes de dolor, ahora que tanto gusta mirar para otro lado más amable, más pop.
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Una profunda lectura nos dejas en tu comentario, que nos da cuenta tanto del poemario de Juan Soros, como del vasto bagaje literario de Francisco Cenamor. Un comentario que nos despierta la inquietud lectora hacia los dos poetas.
ResponderEliminar¡Gracias...!
Bueno, con este poemario estaba especialmente motivado.
ResponderEliminarUn abrazo.