Hace tiempo que en el panorama poético de México hacía falta la aparición de una antología comprometida, una antología en realidad comprometida con su propuesta estética y no con los autores que presenta, una antología, vaya, que no se traicione a sí misma. Más allá del desarrollo de generaciones, más allá de tratar de fijar nombres en las tupidas constelaciones mexicanas, El oro ensortijado. Poesía viva de México (University of Texas at El Paso/ Escuela de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, Perú/ Secretaría de Cultura de Puebla, México, 2009) busca hacer hincapié en la obra y no en las carreras literarias, busca, en palabras de uno de sus antologadores, hacer una selección de poemas y no de poetas.
La obra presentada por Mario Bojórquez, Alí Calderón, Jorge Mendoza Romero y Álvaro Solís llama la atención por su doble prólogo que primero nos presenta una introducción, a cargo de Bojórquez, de lo que ha sido de las antologías en México y luego continúa, con Jorge Mendoza Romero, dando cuenta de lo que encontraremos en El oro ensortijado: una obra basada en el gusto, en el decoro a la manera horaciana, como dicen sus autores.
En El oro ensortijado podemos encontrar grandes poetas ya consagrados como Tomás Segovia, quién nos estremece enormemente al escucharle decir:
Mis besos lloverán sobre tu boca oceánica[…]
hundiéndose en tu gruta marina […]
perdiéndose como un chorro en el mar
No sólo hallamos la feliz emoción al encontrar los versos de Segovia, sino también nos estremecemos por la diversidad de los textos que conviven en la antología; junto a Segovia descubrimos a Héctor Carreto que se confiesa de la siguiente manera:
Señor:
He pecado.
La culpa la tiene santa Dionisia,
La secretaria de mi devoción,
que día a día
me exhibía sus piernas
Ordenada por fechas, la antología avanza poema a poema, autor por autor, emocionándonos siempre de hallazgo en hallazgo, subiendo por los años, por las épocas, encontrándonos hermosos versos como los siguientes de Bojórquez:
Todos tenemos una partícula
de odio
un alto fuego quemándonos por dentro
una pica letal que horada nuestros órganos
O como los siguientes de Álvaro Solís que desbordan los recuerdos de infancia:
Mi abuelo
olvidó llevar su sombrero hacia la muerte,
y yo crecí esperando
que un día él entrara a la casa,
llevando el pan para la cena
Es cierto que algunos lectores echarán en falta, como siempre, determinados nombres en El oro ensortijado, buscando desdeñar su propuesta estética. He aquí un error gravísimo, El oro ensortijado parte de un objetivo harto claro en su prólogo: la reconstrucción, sostenida por un gusto honesto y una idea de la poesía, a decir de los autores, de la tradición mexicana del siglo XX reuniendo lo uno en lo diverso, no a otra cosa debe atenderse cuando de ésta antología se deba hablar. Así pues, el lector de El oro ensortijado, desde su horizonte, desde su idea personal de la poesía, desde su gusto por las antologías y las aventuras estéticas, habrá de constatar que ciertamente esta obra entrega lo mejor de la poesía actual.
José Antonio Banda (Coatzacoalcos, Veracruz, México, 1982). Ingeniero en Sistemas Computacionales por el Instituto Tecnológico Superior de Irapuato. Ha realizado estudios de doctorado y está en posesión del Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en Ingeniería de Software por la Universidad Pontificia de Salamanca, campus de Madrid, actualmente realiza la Maestría en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Guanajuato. Miembro de la Red de Arte Joven de la Comunidad de Madrid durante su estadía en la ciudad, realizando recitales de su obra inédita. Colaborador de las revistas: Tirofijo, El Sur, Tezontle, Andamnios y el suplemento Expresso del diario Correo del Estado de Guanajuato; poemas suyos han aparecido en las revistas electrónicas Dulce Arsénico, Asamblea de Palabras y Alex_Lootz con sede en Madrid. Ha participado también en diversos encuentros de escritores al interior del Estado de Guanajuato.
"En hora Buena" te mando un fuerte abrazo Jose A. Banda, y esperando de antemando tener en poco tiempo algo de tus letras para deleite de los ojos y el alma...¡¡¡ tu amigo L.D. Jorge Córdoba Reyes.
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