A Luis Felipe y María Luisa.
Señor: ahora te digo que es preciso
que vengas a ayudarnos
a poner esta casa: las cortinas,
el aceite ya escaso,
la víspera de encajes para el niño,
la alfombra del despacho,
la pintura riéndose, las sábanas,
los libros ordenados,
la cena, si es posible, y una buena
disposición de ánimo.
Señor: ahora te digo que quisiera
terminar esta carta. Te esperamos;
ha pasado algún tiempo y ya tenemos
canas.
Hemos comprado
una casa pequeña -ya no somos
tan pobres- en el campo,
y he vivido tal vez en Cercedilla
mi última juventud. Los lilos blancos
no han dado este año flor, ni los cerezos,
con la helada de Mayo.
No me baño estos días,
tengo la orina de color tabaco
aunque me siento bien.
Tal vez mañana
venga a vernos Vivanco.
Qusiera estar con él, lo necesito,
tiene dificultades y este año
nos hemos visto poco. María Luisa
tiene diabetes y se está quemando.
Hay que quererlos mucho, hay que quererlos
de prisa. El seto alto
de aligustre cayó; ya se hizo el muro
de piedra, queda bien. No tengo a mano
los libros que preciso. Finalmente
aún tengo que decirte este verano
que Luis Cristóbal no ha estudiado mucho.
Crece pero despacio.
No tuvo sujeción y a causa de ello
se ha vuelto un poco suspicaz. Estamos
ya lacrados en él. Tiene los ojos
azules. Son tan claros
que pueden bautizar, y tan atentos
que brillan sin querer. ¡Se le ha agolpado
de pronto el corazón! Sólo te pido
que al sentarse a comer, de cuando en cuando
le pregunte a su madre alguna cosa
sin que parezca estarse desclavando.
Es sólo un gesto, ¡ya lo sé! y un gesto
tal vez involuntario
que él quisiera borrar;
haz que se siente,
cuando vuelva a su lado,
como si regresara del viaje
sólo para contárselo.
Luis Rosales en Rimas de la casa encendida (Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1979).
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Otro de hijos, de permanencias, de paso del tiempo, muy conmovedor, esa descripción de la vida, que nos es tan cercana y que da esa fría distancia de la vida, de lo que en minucias la gastamos, lo que conseguimos, y los hijos que en su juventud no valoran lo que con la edad conocemos importante. Excelente Luis Rosales
ResponderEliminarMe encanta este poeta. Y sí, parece que los astros se han juntado en esto de los poemas con hijos.
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