miércoles, 11 de junio de 2008

‘Finis cinis. Al final la ceniza’, artículo de la poeta chilena Amanda Durán a la muerte de Samir Nazal

Generar una evaluación crítica a la poesía chilena cayendo en el riesgo insoportable de desfigurar el papel que cumplen los poetas y su poesía, es algo que me atreveré a hacer más adelante, cuando al diminuto universo literario que vive esta también diminuta faja de tierra se le vaya el olor negro, el color a polvo que dejó el viejo Samir Nazal al abandonarnos para siempre el miércoles 4 de junio de 2008.

Es difícil hablar de poesía sin mencionar a los maestros, y es imposible hablar de maestros sin gritarle Samir al aire, en la esquina de Club Hípico con Toesca.

Samir forma parte de la historia literaria de Chile no solo por su oficio de profesor y formador de poetas y narradores, no solo por ser el “Almirante vitalicio de la cultura underground chilena” (según el periodista León Pascal) sino por ser un escritor “de primera línea”, un poeta mayor.

Con la muerte sus textos salen de las sombras, todo lo que dejó el escritor en la lúgubre e inigualable casa de Toesca, entre las fotos de sus amigos y la Marilyn perfectamente desnuda, o atrás en la biblioteca de libro y cigarro, será recuperado por sus incondicionales internándose entre las sombras, con el coraje de los sobrevivientes. Samir se negó a publicar en vida, y aunque con tales condiciones hubiéramos querido que no publicase nunca, llegó el momento de buscar los papeles sueltos, llegó la hora de despedirse.

"En la adolescencia me replegué, participé y gané algunos concursos de la generación del 50. He publicado en revistas y antologías, pero nunca libros. Porque decidí no ser figura pública. Decidí vivir de otra forma. No me gusta la vida del escritor como escritor, la firma de libros, esas huevadas... No hay vuelta. No me interesa esa vida" (…)"He escrito cuentos, novelas y poesía. Me gustaría llamar a mis memorias ‘Finis cinis’ [Al final la ceniza]. Así decían los romanos cuando quemaban los cuerpos de los hombres" (entrevista de Domingo Quiroz Castro para La Nación Domingo).

Samir últimamente se despedía tanto, uno trataba de agarrarle la mano para que no se atreviera, para que no nos hiciera esa desconocida que implacablemente nos va dando su generación. Pero la hizo y ahora su casa se queda con los libros y el polvo, con la copa de vino a medio tomar para sentarse y mirarlo hablar con la voz seca de cigarro, esa casa se queda en la misma esquina de Toesca, para que no podamos pasar más sin gritar al aire su nombre.

Murió resuelto, como siempre fue Samir, murió solo pero rodeado de amigos, porque él siempre estuvo rodeado de amigos, murió, murió Samir Nazal uno de los representantes más desconocidos y queridos de la escena literaria chilena. El amigo de Uribe, Parra, Rosenman-Taub, el amigo del Jorge, Javier, Feisal, el amigo mío.

Me valgo de este espacio para despedirte viejo lindo con el ramo de flores pudriéndose en la garganta, con tu muerte hecha grito, con el amor instalado como una tumba en ese lugar que ocupas en la memoria.

Adiós querido…, dame un beso en cada mejilla, ¡pero el último en la boca!

Amanda Durán, artículo cedido por Ediciones Amargord

2 comentarios:

  1. chile tiene muchos poetas ...tantos como su larga y loca geografía
    y este señor aunque no es conocido en las circuitos top de los literatos que salen firmando en las librerias bien merece la pena ser conocido...como otros y otras que nuestra patria pare

    saludos desde chile

    elisa

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  2. Pues sí, interesantes propuestas poéticas siempre en ese país, y como vemos por Amanda, la cosa continúa.

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