El pecado de gamuza y murciélago
se acomodó en los áticos del miedo con su cabeza semiratonil hacia abajo —
Cuando caiga la noche me escabulliré de la torre, escaparé de la torre fortificada,
me haré paso entre los aguijones de crueles avispas,
entre hierbas venenosas en vallas —
Entre los escombros se levantarán con pesadez los barrancos agobiantes de los mandamientos,
los veinte infiernos de los Vedas,
llamaradas,
aullido
y silbido,
la noche fanática amenazará, apedreará con estrellas.
Como mercurio me escabulliré entre los dedos.
Nada me podrá retener.
Tú te convertirás en lobo, yo en pajarita de las nieves —
tú en águila, yo en ensueños tortuosos — —
con maquinaciones inescrutables me adelantaré a cada persecución tuya.
No podrá vigilarme el mundo,
amado mío – querido mío – dulzura mía –
si yo misma
no elijo
la dulzura de mayo
de serte fiel.

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