y el agua que cantaba suena ahora,
a la luz indecisa de la hora,
un paisaje sin voz, yerto de frío.
En finísima nube de rocío
la pereza del agua se evapora,
y mojando la atmósfera, colora
de un tenue violeta el praderío.
El paisaje en la niebla sepultado,
dudando entre lo real y lo soñado,
un mensaje nos trae en cada cosa.
Y tan alto y tan hondo lo sentimos
que acude la palabra temblorosa
sólo por recordarnos que vivimos.
Lucía Sánchez Saornil en Poesía (1996), incluido en Poesía soy yo. Poetas en español del siglo XX (1886-1960) (Visor Libros, Madrid, 2016, ed. de Raquel Lanseros y Ana Merino).
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