miércoles, 8 de octubre de 2025

Poema del día: "El polvo", de Eunice Odio (Costa Rica, 1919-1974)


                                       A José Urtecho

                          I

Con un impulso detrás de mi lengua
os lo presento a él,
al desatado,
al desterrado,
entre los nimbos cojo,
por entre los sagrados líquidos pastando.

A ese polvo díscolo,
a ese de carnaciones conmovidas
que se calza una flor en los tejados
tímido,
asombrado,
delgadamente trémulo,
para ir al trigo en vegetal visita.

A ese, al polvo,
que se finge deudor de las colinas,
a él, poseedor inasible,
al copulador mágico,
a ese, al díscolo,
con cien vientres y un gemelo idéntico a sí mismo.
Os presento al polvo
con todo el corazón en bandolera,
impúdico,
cabrón,
ofreciéndose;
al polvo,
con su familia casta y levantada en armas de la mañana;
a ese con el aliento a ras del viento,
que se va con los tranvías escolares de las siete
y que a la hora del pan vuelve la cara;
al polvo limpio
con su cuerpo pegado a la azucena
y a lo largo del ser,
una ciudad con niños y enramadas.

¡Mírenlo!
Cierren las puertas,
¡vigílenlo!
¡Es el polvo que llega con todas las Cármenes por el aire!
¡Es el polvo que despierta a los varones, desde que nacen!
Es el polvo que viene correteando arcángeles
insumisos, largos, divididos en rayos inextinguibles.
Es el polvo cayendo desde su párpado, sonoro y sonrosado;
asomándose al cuerpo de Clarisa,
poseyendo el espejo celeste de Rosario;
es el que se hace oír por el varón más bello
y el más amado de la floresta.
Yo os presento al polvo
agradecido a la materia que lo traslada
y lo hospeda, en sus brillantes luces matutinas;
yo os lo presento encendido,
atándose al color del cielo llano,
disimulando el paso parecido a las alas,
abriéndose de frente como un árbol,
acechando los senos de las mujeres,
como un hombre con el sexo manchado;
atisbando al muchacho que duerme
con su ciudad, su cuerpo y su doncella.
¡Ahí viene, total!

¡Qué miedo en andas de fragancia nueva!
¡Qué terror de blancura desvestida!
¡Qué miedo el del aroma levantado!

¡Amárrate los ramos, azucena,
que viene el polvo y te origina el sexo
blanco y denso!
¡Que viene el polvo y te sacude el alba!

¡Almendro, almendro!
El polvo viene a poseer tu estirpe y tu alegría.
Y violará tu piel,
y morderá tu especie con sus dientes fecundantes
y cubrirá tus flores con su tacto solar.
Toda tu melodía será invariable y suya.


                          II

Con un impulso detrás de mi lengua
os presento a este múltiplo del día,
dulce como los niños sonando bajo el sol,
hombre fuerte y rendido,
hombre puro y desnudo,
hecho de inmediaciones sucesivas
y de generaciones de su carne.
Os lo doy
enjuto,
húmedo,
díscolo,
cabrón,
y si nadie lo ama, aquí donde lo doy,
en el mundo secreto lo ama el viento.

                                 17 de marzo de 1946,
                                 Granada, Nicaragua.

Eunice Odio en Poesía contemporánea de Centroamérica (Los libros de la frontera, Barcelona, 1983, selec. de Roberto Armijo y Rigoberto Paredes).


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