en el diáfano día, en la belleza
antes de la jauría
y de la presa. Ebrio
se quitó la escafandra
en ese punto
de la profundidad
donde el cerebro
se bebe la ilusión
de un aire puro
y se ahoga
saciándose en su sueño.
No le bastaba el agua peregrina
corriendo entre las zarzas. Su destino
era pulir la piedra de lo errado,
lavar sus pies descalzos
lastimados por los viejos zapatos.
Amante del abismo, de la hondura
se hundió hasta la embriaguez
en la locura
lúcida de quien no amó la cacería.
De quien, no fue ni perro, ni fue presa.
Concepción Bertone en Aria da capo (2005), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).
Poemas de Georg Trakl en el blog
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