sábado, 27 de mayo de 2017

El poeta Luis Luna nos habla sobre el poemario "Semillas de África", de Michel Feugain (Camerún, 1975)

Amargord Ediciones, Madrid, 2017.

África suele llegarnos a través de intermediarios. Estos intermediarios, que suponen una forma de colonialismo posmoderno, tienen que ver con la prensa, con los informes que las distintas instituciones y ONG hacen de los variados temas que afectan al continente y también con artículos más o menos bienintencionados de algunos pensadores. Esta intermediación proyecta casi siempre una imagen unitaria de África centrada en su depauperación y en su atraso. Todavía el «gran padre blanco» tiene que intervenir allí, tiene que «salvar» a los africanos de su propia ignorancia y atraso.
     Pues bien, la edición de este libro intenta sumarse al mar de gotas que niegan esta situación. Para saber qué sucede realmente en África como continente y en cada país del continente, puesto que tienen entidad propia, debemos escuchar a sus protagonistas. Ellas y ellos son quienes deben y así lo hacen enseñarnos a nosotros sus realidades, tanto si encajan en nuestra casilla de pensamiento África como si no lo hacen. Es por esto que, cuando de repente leemos su poesía o admiramos su literatura o su arte contemporáneo quedamos extrañados. Hay un extrañamiento esencial en descubrir que los países africanos no son como el pensamiento colonialista quiere hacernos creer. Por eso, este libro está concebido como un síntesis entre voz e imagen, entre la más alta expresión de lenguaje, la poesía, y su correspondiente visual, la fotografía de autor.
     En el caso de la poesía, hay que entender distintos fenómenos relacionados con la lengua que usan los propios poetas africanos para la cultura. En casi todos ellos encontramos que la lengua de cultura es siempre la lengua colonial, impuesta. Esto ya establece una seña de identidad muy acusada, pues en esa lengua se van a insertar los términos de las distintas lenguas autóctonas, en una visión afectiva que va a dotar de una impronta especial, asimilada por los lectores europeos como una especie de exotismo, despojando de su valor original estos términos. Esto es de una relevancia fundamental para el libro.
     Todos los términos de la lengua de origen de Michel Feugain tienen un carácter fundamental y no pueden ser considerados y/o digeridos por el público occidental como exotismos sin más. En nuestro autor observamos además dos fenómenos especialmente interesantes. Por un lado, su condición de migrante, lo que va a relacionar su poesía con la poesía del exilio, bien por motivos económicos, bien por motivos políticos. La mirada del autor va a estar, si cabe en un poeta, fortísimamente extrañada y su carácter social viene dado por la denuncia racional de una situación insostenible. El racismo, la xenofobia y la marginalidad, a veces autoimpuesta, son una constante en los poemas de Michel Feugain. Ahora bien, esta denuncia no es una victimización, sino un aporte que tiene que ver con el doble papel de víctima y complejo de víctima.
     En este libro en particular, escrito por un poeta camerunés cuya obra se desarrolla en francés, Michel adopta el español como lengua poética. Se trata de un doctor en nuestra lengua, pero se trata, más allá de este aspecto autobiográfico, de un fenómeno de alofonía o aloglosia. El poeta escoge, de un modo afirmativo, una lengua matria, una lengua que acoge determinados pensamientos. Y lo hace porque escoge libremente hacerlo, sin la imposición del colonialismo. Por eso, en esta edición se ha respetado al máximo todas las peculiares características de su lengua poética en español. Para los lectores en castellano, algunos poemas pueden ser difíciles de asimilar, pero hay que tener en cuenta la especificidad de la aloglosia y también de los matices que se incorporan a una lengua donde el poeta habita, a día de hoy, de un modo estrictamente poético.
     Como vemos, son muchos y determinantes los factores que hacen de este libro no sólo una obra artística, sino también un documento fascinante sobre la realidad africana y la realidad de los creadores africanos. Junto a los poemas, presentamos las fotografías de Zacharie Ngnogue que completan los poemas. Si la imagen representa una visión propia de la realidad, ambas propuestas artísticas nos transportan hacia una doble dimensión, la del exilio y la de el recorrido por el país. Es decir, los poemas se construyen desde el desplazamiento, desde un territorio intermedio como es el exilio ; las fotografías se construyen desde el Camerún de ahora mismo, estableciéndose una síntesis de lo que es África hoy, una conjugación del aquí y del allí, un territorio fuertemente subjetivizado y múltiple, en constante cambio y avance.
    No cabe, pues, la menor duda de que este libro supone, por tanto, una extraordinaria forma de acabar con las visiones reduccionistas impuestas por los intermediarios habituales. Cada vez que dejamos que nos llegue directamente la voz de un artista africano, sus imágenes, estamos colaborando en la liberación que ellos, verdaderos protagonistas, están intentando llevar a cabo.


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