Nadie sabía de dónde había venido la extraña ave.
Tal vez la arrebatase el último ciclón
de una isla incógnita o de algún golfo,
o naciese de las algas gigantescas del mar;
o cayese de otra atmósfera,
o de otro mundo o de otro misterio.
Viejos lobos de mar nunca la habían visto en los hielos
ni ningún andarín la encontró jamás:
era antropomorfa como un ángel y silenciosa
como cualquier poeta.
Primero planeó en la gran cúpula del templo
pero el pontífice la espantó como se espanta a un diablo enfermo.
Y la misma noche se posó encima del faro;
y el farero la espantó: podía equivocar a las naves.
Nadie le ofreció un pedazo de pan,
o un gesto suave al que agarrarse.
Y alguien dijo: "esa ave es una ave mala de las que devoran al ganado".
Y otro: "esa ave debe de ser un demonio hambriento".
Y cuando sus alas planeaban abiertas dando sombra a las criaturas cansadas,
hasta las madres tiraban piedras a la misteriosa ave perseguida e inquieta.
Tal vez hubiese huido de cualquier pico silencioso entre las nubes
o habría perdido a la compañera abatida por una flecha.
El ave era antropomorfa como un ángel
y solitaria como cualquier poeta.
Y parecía querer la convivencia de los hombres
que la espantaban como se espanta a un demonio enfermo.
Cuando la crecida periódica ahogó los trigales, alguien dijo:
-"El ave ha traído la crecida".
Cuando la sequía anual asoló los rebaños, alguien dijo:
-"El ave se ha comido los corderos".
Y como todas las fuentes le negaban agua,
el ave cayó sobre el mundo como un Sansón sin vida.
Entonces, un simple pescador recogió el cadáver suave y habló:
-"He encontrado el cuerpo de una gran ave mansa".
Y alguien recordó que el ave llevaba huevos a los anacoretas.
Un mendigo dijo que el ave le había abrigado muchas veces del frío.
Y un desnudo: "el ave me cedió plumas para mi jubón".
Y el jefe del pueblo: "era el rey de las aves, que desconocemos".
Y el hijo más joven del jefe, que era solo y manso:
"dame las plumas para escribir mi vida
tan igual a la del ave en que me veo
más de lo que me veo en ti, padre".
Jorge de Lima, incluido en Antología de la poesía brasileña. Desde el Romanticismo a la generación del cuarenta y cinco (Editorial Seix Barral, Barcelona, 1973, trad. de Ángel Crespo).
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
Profundo y bello, me encantó este poema, muchísimo.
ResponderEliminarSaludos.
Yo me estoy aficionando a la poesía brasileña, mucha gente interesante.
ResponderEliminarTwitteado en http://www.twitter.com/proyectopoema
ResponderEliminarEntraré a tu blog a ver que tal. Un abrazo.
ResponderEliminar