Huyendo voy de la muerte,
vengo huyendo de mí mismo,
que ya la muerte y mi cuerpo
tienen un solo sentido.
Tanto a mi cuerpo le temo,
que no sé si el estar vivo
es morir o estar despierto
o muerto soñar dormido.
No sé dónde acaba el nudo
que amarra mi triste sino
con la cuerda de mi sueño,
sonda de mi propio abismo.
Abismo mudo es mi alma,
centro obscuro de mi olvido
adonde el mundo va entrando
igual que en el mar los ríos.
Muerto mi cuerpo, en mi alma
vivirá el mundo cautivo.
El mundo muerto, en mi alma
se alzará mi cuerpo vivo.
Vencida tengo a la muerte
que anduve el mismo camino:
ella lo anduvo por fuera,
yo por dentro de mí mismo.
Tanto temor padecí
como hallé, por fin, alivio.
Hoy no sé si vivo o muero
o en la eternidad habito.
Emilio Prados en Jardín Cerrado (1946) (Ediciones Cátedra, Madrid, 2000).
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