...Querría vivir contigo
en una pequeña ciudad
con eternos atardeceres
y eterno sonar de campanas.
Y en una fonda, en el campo,
el fino tintineo
de un viejo reloj,
como el gotear del tiempo.
Y a veces, por las noches,
desde una buhardilla,
una flauta,
y el flautista mismo en la ventana.
Y grandes tulipanes en las ventanas...
Tal vez tú ni me amaste siquiera.
En medio de la alcoba
la gran estufa de cerámica,
cada azulejo, una imagen:
rosa, navío, corazón.
Y en la única ventana,
nieve, nieve, nieve.
Tú estarías recostado, tal como me gustas:
perezoso, indolente, indiferente.
De vez en cuando el gesto seco
de una cerilla.
El cigarrillo quema y se consume
y en su extremo tiembla largo rato
-breve columna gris- la ceniza.
Hasta te da pereza sacudirla,
y el cigarrillo entero vuela al fuego.
10 de diciembre de 1916
Marina Tsvetaieva, incluido en El canto y la ceniza (Círculo de lectores-Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2005, selec. y trad. de Mónika Zgustova y Olvido García Valdés).
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bellisimo el poema de Tsvetaieva. Un poema de amantes sin tiempo.
ResponderEliminarMarina me gusta porque destroza el mito del amor romántico y las mujeres.
ResponderEliminarEstupendo poema de MT, gracias.
ResponderEliminarsaludos...
La verdad es que sí. Esta mujer tiene una poesía amorosa un tanto peculiar.
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