Sólo queda un silencio de oscuras mariposas
que afelpan las pisadas crueles del olvido,
un clamor soterrado de júbilos ya muertos,
una dicha que huye de su propio fantasma.
Se ha roto la alegría; ¿no veis su talle claro
que oscila en el dintel de lo que nunca vuelve?
¡No la dejéis vivir! Salvadla del martirio
que tortura, implacable, las sienes de lo eterno.
¡Destrozad la alegría! ¿Qué haréis ya de ese nombre,
hueco cristal caído en ciénagas sin mando?
Pulverizadlo todo, disgregad para siempre
su risueño temblor de esbelta luminaria.
¡Que la noche absoluta invada los caminos!
¡Que el mundo sea sombra, quietud, renuncia austera!
Si ya fue lo esperado, apagad sin rencor
los últimos luceros.
Contened bien la sangre que fluye en vuestras venas
alzando en borbotones su estéril energía,
oprimid vuestro pecho que jadea sin causa,
inundad vuestros pulsos de una paz sin latidos.
Distancia entre las cosas. Ruptura de senderos.
Por dónde ir... adónde? La espera se ha cerrado.
Ya no hay rumbos que acucien las plantas indecisas
ni clamores de pájaro que engañen las zozobras.
Indiferencia, hastío. Nadie vive de veras.
Ni el junco de la orilla ve su parte de cielo.
La tensión de un instante destruyó bruscamente
esa espuela de luz que hería los letargos.
Haremos una tierra inmóvil, desprendida
del ímpetu salvaje que enciende los estíos.
Un pálido universo desnudo de fragancias
que ignore la dulzura de todos los fervores.
Ernestina de Champourcin en Cántico inútil (1936) (Centro Cultural de la Generación del 27, Málaga, 1997, ed. de Milagros Arizmendi).
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Maravilloso poema!!!!
ResponderEliminarun abrazo
Pues sí, como casi todo lo de Ernestina.
ResponderEliminarGrande, grande, grande... e injustamente (mal)tratada su literatura por los propios compañeros de generación. Superior a la del poeta y esposo Juan José Domenchina, la obra ee Ernestina se acrece con el paso del tiempo. Y su poesía de alcance místico no va a la zaga de sus poemas de reflexión amorosa.
ResponderEliminarEste poema, además, tiene música mágica. Es de los poemas que hay que saber escuchar y uno de los que justifica el oficio de rapsoda.
Celebro que te guste, Cenamor. Como te gusta otra mujer poeta, Dulce María Loynaz.
Tienes buen gusto, amigo.
Y haces bien en propalarlo.
Saludos
Pere
Una de las consecuencias, otra más, negativas del golpe de Estado franquista y la posterior dictadura fue la polarización en torno a la poesía. Eso le hizo mucho daño a Ernestina a lo largo de su vida y se lo sigue haciendo.
ResponderEliminarLa guerra la ganaron los fascistas y la poesía los "rojos" (que no los republicanos, tampoco los anarquistas). Ernestina, aunque republicana, siempre fue sospechosa por su declarado catolicismo, al igual que, por ejemplo,Bergamín.
Pero la poesía debe de estar por encima de connotaciones ideológicas. Y aunque ahora en la poesía siguen mandando los "rojos", yo sigo prefiriendo la poesía, la emoción, la conmoción, la compasión, la mira hacia el otro a la propia "experiencia".