Vos sos el Dios de los pobres,
el Dios humano y sencillo,
el Dios que suda en la calle,
el Dios de rostro curtido.
Por eso es que te hablo yo,
así como habla mi pueblo,
porque sos el Dios obrero,
el Cristo trabajador.
Vos vas de la mano con mi gente,
luchas en el campo y la ciudad,
haces fila allá en el campamento
para que te paguen tu jornal.
Vos comés raspando allá en el parque,
con Eusebio, Pancho y Juan José,
y hasta protestas por el sirope
cuando no te echan mucha miel.
Yo te he visto en una pulpería,
instalado en un caramanchel,
te he visto vendiendo lotería
sin que te avergüence ese papel.
Yo te he visto en las gasolineras
chequeando las llantas de un camión
y hasta patrullando carreteras
con guantes de cuero y overol.
Ernesto Cardenal, incluido en Mar adentro. Plegarias para orar (Editorial Sal Terrae, Santander, 2003, ed. de Patxi Loidi), incluido en Al celebrar tu memoria. Poesía para domingos y fiestas (Editorial Sal Terrae, Santander, 2005, ed. de Casiano Floristán).
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