200 y pico canales y ninguno interesante.
Los ascensores siguen subiendo como si nada.
Bajo la mano desde mi pecho, toco mi ombligo,
el ombligo es la primera cicatriz.
Sigo bajando. Me toco el amor propio con los dedos
mientras en la pantalla sale algo sobre la inmigración
con anuncios de Coca-cola de fondo.
Hay demasiada gente en contra.
En contra.
Aquí niños temiendo los martes 13,
la carretera se abre y los ejes de las ruedas
bailan frenéticamente, las palabras cubren
y nos desvelan a todos.
Allí, sin artificios inútiles, hace un frío terrible
y los pájaros se caen de los árboles,
aquí ahogamos la voz en alcohol,
nos movemos por impulsos sexuales,
la gente tiende a auto-castigarse.
El poema se quiebra en mi voz.
Con la otra mano cambio de canal.
Es difícil masturbarse cuando
la justicia está poco receptiva.
En el 16 están poniendo una película de serie b,
en el 17 un debate con uno de esos políticos
de los que tienen cerebro-pelo.
Sigo tecleando. Invierto el sentido de mis caricias.
Ha llovido tanto desde entonces
que ya nada es como era.
Me gustaría poder decir esa frase.
Pero todo sigue igual.
Aunque los carriles-bici se expandan por la ciudad
como venas por el cuerpo,
seguimos dependiendo
de nuestros cinco sentidos corporales
y los días pasan uno tras otro.
200 y pico canales y ninguno interesante.
Los ascensores siguen subiendo como si nada.
La inmigración se sigue viendo como un problema.
No consigo concentrarme.
Me echo de menos.
Saray Pavón en Gricisitudes (Cangrejo pistolero Ediciones, Sevilla, 2009).
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200 y pico canales y ninguno interesante..., Ahora lo entiendo todo, Puedo decir alto y claro...
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excelente!
ResponderEliminarbueno, es el tipo de poesía que me gusta...
sigo leyendo!
Saray tiene algo especial para la poesía. Es joven, seguro que seguirá progresando.
ResponderEliminarUn saludo.