Número de vueltas
cero.
La ciudad ha enmudecido.
¡Se cerró poco a poco la mandíbula
asfalto-hormigón de la ciudad!
En el mes…
puntos suspensivos…
del año mil novecientos… puntos suspensivos…
La calle vacía.
Vacía de extremo a extremo.
La calle vacía.
Totalmente vacía
como mi bolsillo…
Se cortó, no corre el agua…
Ni un zumbido de motor
ni una rueda que gire…
El viento:
arrastra sobre el asfalto el nombre de Mr. Ford;
hace volar sobre el pavimento
el cartel de colores arrancado de las paredes.
Tres hombres.
Tres hombres parados.
El primero tiene un violín roto
bajo el brazo.
El segundo viste de frac,
sombrero de copa en la cabeza.
El tercero está desnudo como un mono peludo…
La calle.
Silbando por la calle
rascándose el cogote,
atraviesa la calzada.
No hay peligro de ser atropellado…
Ni un zumbido de motor
ni una rueda que gire.
El viento:
va frunciendo sin pausa sus cejas negras.
Sonidos de silbatos acuchillan las esquinas.
Tres hombres.
Tres hombres parados
taconean sobre el suelo
repitiendo una canción de borrachos…
No gritéis parados en medio de la calle.
No continuéis taconeando
¡INÚTIL!
No lograréis soltar la lengua del asfalto
¡INÚTIL!
No hablará la ciudad que enmudeció
si no la acarician
las manos esposadas
en sus bolsillos…
Tres hombres.
Tres hombres parados.
Hay un violín roto
bajo el brazo del primero.
El segundo lleva sombrero de copa en la cabeza,
frac en su cuerpo.
El tercero está desnudo como un mono peludo.
Tres hombres
se pierden
en la oscuridad…
(Poema escrito con ocasión de una huelga de tranviarios en Istambul en 1929).
Nazim Hikmet en La ciudad que enmudeció, incluido en Antología (Visor Libros, Madrid, 1973, trad. de Soliman Salom).
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