como lo ha pensado mi divino amor.
Quédate en la hostia,
ciega e impalpable,
como existe Dios.
Si he cantado mucho, he llorado más
por ti ¡oh mi parábola excelsa de amor!
Quédate en el seso,
y en el mito inmenso
de mi corazón!
Es la fe, la fragua donde yo quemé
el terroso hierro de tanta mujer;
y en un yunque impío te quise pulir.
Quédate en la eterna
nebulosa, ahí,
en la multicencia de un dulce noser.
Y si no has querido plasmarte jamás
en mi metafísica emoción de amor,
deja que me azote,
como un pecador.
César Vallejo en Los heraldos negros (1918), incluido en Obra poética completa (Alianza Editorial, Madrid, 1994).
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Es un buen poema de Vallejo, buena elección.
ResponderEliminarUn saludo.
Gio.
Vallejo sigue siendo mi poeta favorito.
ResponderEliminarno entiendo el poema
ResponderEliminarNo trates de entenderlo, la poesía no se entiende.
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