Hay muchos métodos para evadir el amor
-como el que evade impuestos, divisas-,
sencillas y rutinarias formas para escapar,
definitivamente,
de su acecho impetuoso y repentino
-tú lo sabes bien, hermana-.
Pero, a menudo, la fantasía nos juega una mala pasada,
o la policía nos coge con el corazón en la maleta
y entonces saltan todas las alarmas de los aeropuertos.
Y eres encarcelada, y te juzgan los que lloran
con absurda mediocridad apática.
Y no tienes abogado defensor.
Y te traicionan los latidos de tu alma
y esa locura ingenua que te hace hablar sin palabras.
Nadie te lleva mendrugos de alegría
a tu celda imaginaria,
a tu Alcatraz siniestro y desbocado,
a tu palpitante enrejado de primavera fértil.
Pero no importa, tú lo sabes y aun te alegra.
No importa. El amor no se puede evadir,
y si es así, ya no es amor... sólo es miseria.
Sacra Leal en La revolución del llanto (Ediciones Torremozas, Madrid, 1994).
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me ha encantado! muy cierto
ResponderEliminarSon las cosas del querer...
ResponderEliminarHay tantas formas para evadir el amor... y sin embargo todos caemos en él, y una vez probado nos hacemos reicidentes.
ResponderEliminarBesos
La cosa es el nivel de libertad con que uno vive ese amor, no tanto con respecto a la otra persona como en relación a uno mismo.
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