París, el barquito, está anclado en el cristal:
así comparto contigo la mesa, bebo en tu honor.
Bebo hasta que te reluce oscuro para ti mi corazón,
hasta que París navega en su lágrima,
hasta que toma rumbo hacia el lejano velo
que nos oculta el mundo donde cada tú es una rama
de la que cuelgo como una hoja suspendida y silente.
Estoy solo, coloco la flor de ceniza
en el vaso lleno de negrura en sazón. Hermana boca,
ni dices una palabra que sobrevive ante las ventanas,
y silente trepa por mí lo que soñé.
Mi florecer se da en la hora marchita
y reservo una resina para un pájaro tardío:
lleva el copo de nieve en su pluma rojo-vida;
el grano de hielo en el pico, atraviesa el verano.
Paul Celan en Amapola y memoria (1952), incluido en Obras completas (Trotta Editorial, Madrid, 2002, trad. de José Luis Reina Palazón).
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Francisco, muchas gracias por tu visita y por tu comentario en mi espacio, ya tuyo.
ResponderEliminarUn gusto venir a tu casa.
Saludos...
De nada. Tendría que haber sacado tu blog el 1 de mayo, pero como ese día es fiesta casi nadie lo verá. Por eso lo dejo para el 8.
ResponderEliminarUn saludo.
BELLEZA TOTAL.
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