Dos Puntos Azules en el León Rojo.
Chapas de otros colores salpican las paredes.
El surrealismo burgués nos toca los cojones.
La picadora de hielo machaca nuestros huesos,
a cada pulsación de botón, "rom-rom", roto.
El ventilador, aburrido, gira para no dormir;
se calla la cantante rubia y parece animarse.
Gritamos ¡luz! pero la luz no se hace.
La sombra no nos molesta pero sin luz no existe.
Dos Puntos azules en el León Rojo
se extinguen poco a poco como se extingue la sed:
A tragos baldosines blancos.
A tragos negros.
A tragos largos
se extingue el azul.
A tragos gordos,
que se hacen oscuros,
se extingue el azul.
Me pica el coño y nadie ha inventado un rascador.
Los cerdos alrededor simulan ser hombres comiendo.
¿Es que ninguno se da cuenta de que me pica?
¿Ninguno percibe que no se ve?
Yo no veo nada.
No veo una mierda.
¿No veis que no se ve?
¿No veis que no sé?
¿No veis que no?
¿No veis qué?
¿No veis?
¿No?
Dos Puntos Azules en el León Rojo.
Pasea el amor entre las mesas, y va, y se para en la nuestra.
Indio Zammit en Elegí fracasar (Bohodón Ediciones, Madrid, 2007).
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Me dolió la razón de mi dolor.
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