Olvidaré las olas de la playa lejana
y las noches orondas como carpas de circo.
Olvidaré el espeso aroma del salitre
y el ostentoso yate anclado en la bahía.
Me pongo las pantuflas y vigilo ese viento
que viene, bronco y sucio, revolviendo la calle,
derrotando las hojas, desatando las nubes,
cerrando las ventanas con barrotes de lágrimas...
Ya se instalan la ausencia y el silencio. La noche
se alarga como un manto que ensaya la caída.
La lámpara derrama una lluvia insistente
sobre la vieja noria del quehacer cotidiano.
Celebraré este otoño, pálido como el miedo,
triste como una hoguera que se apaga.
Brindaré por las rosas y entonaré bajito
una canción de cuna para las horas muertas.
Paz Díez Taboada en Cuadernos del matemático (nº 26, abril del 2001).
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Precioso...me encanto...hiciste del "olvido" un alivio para el alma...
ResponderEliminargracias por compartir tu sentir...tu alma hierbe y la mia tbn siempre cuando entro aqui
ts