ni estar sentada más tiempo
ni pronunciar con todas las r ni todas las s
imposibles.
La boca se me abre como una ballena
llena de dientes frágiles amarillos
Volver a tomar el buche de flúor
niña vieja que no transformas nada
No quiero, en verdad, transformar nada
salvo a mí.
No quiero que nadie me cambie ni una pinza del vestido.
Tengo miedo de ser leída entre líneas
tengo miedo de no ser leída entre líneas
tengo miedo de tener un enemigo íntimo
que la ballena trague y trague angustia
insoluble angustia en agua potable.
Tengo un dolor en el lado oculto
un dolor genético, estático
insolente desasosiego de historia militante
orgullo de herida viva, sangre joven
(nunca resolví enviar aquella carta.
en verdad, no hay nada escrito
nada decentemente escrito, subrayado
algo claro o evidente, como un gato que caza ratones).
Tengo un sentimiento de convite crítico
en el que conozco una historia y la olvido
nunca me parece del todo importante
un pelo rubio que decolora mi objetivo
y arrastra mi reverencia como un nacimiento
una insolencia verdadera
un nunca jamás de milagros inundados.
Heme aquí: sola
hablo en mi nombre solamente
no represento a nadie, quiero salvarlos a todos
mi infancia: fui una niña golpeada por tanto amor
pero increíblemente a los quince años
cantaba como una prófuga.
Un pajarillo exiliado a favor y en contra
turbada
ella huyó de su cuarto.
Nara Mansur en Revista Chichimeca número 5 de julio de 2005.
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