Todo estuvo bien hasta llegar a la playa. Las olas estaban un poco ásperas y un viento salobre vino soplando de mar afuera contra mi rostro. Como quiera que un número de personas con cerca de diez banderas sobresaliendo de sus cabezas iban caminando playa abajo, les pregunté, “¿Es éste el funeral de un barco?” y ellos simultáneamente tomaron sus banderas en la mano y me persiguieron. Yo escapé, corriendo a lo largo de la playa, pero dejé olvidadas ambas piernas en la arena.
Yasuo Fujitomi
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