En uno de los tres canaríes
de los tres canaríes donde vuelven algunas noches
las almas serenas,
los soplos de los ancestros,
los ancestros que fueron hombres,
los ancestros que fueron sabios,
Madre mojó tres dedos,
tres dedos de su mano izquierda:
el pulgar, el índice y el del medio.
Yo mojé tres dedos,
tres dedos de mi mano derecha:
el pulgar, el índice y el del medio.
Con sus tres dedos rojos de sangre,
de sangre de perro,
de sangre de toro,
de sangre de chivo,
Madre me tocó tres veces.
Tocó mi frente con su pulgar,
con el índice mi pecho izquierdo
y mi ombligo con el del medio.
Yo tendí mis dedos rojos de sangre,
de sangre de perro,
de sangre de toro,
de sangre de chivo.
Tendí mis tres dedos a los vientos,
al viento del norte, al viento del levante,
al viento del sur, al viento del poniente;
y alcé mis tres dedos hacia la Luna;
hacia la Luna llena, la Luna llena y desnuda
cuando estuvo en el fondo del canarí más grande.
Hundí mis tres dedos en la arena,
en la arena que se había enfriado.
Madre dijo: «Ve por el Mundo, ve,
en la Vida Ellos estarán sobre tus pasos.»
Desde entonces voy,
voy por las sendas,
por las sendas y los caminos,
más allá del mar y más lejos, más lejos aún,
más allá del mar y más lejos , más lejos aún,
más allá del mar y más allá del más allá.
Y cuando me acerco a los malos,
los hombres de corazón negro,
cuando me acerco a los envidiosos,
los hombres de corazón negro,
delante de mí se adelantan los soplos de los antepasados.
Birago Diop en Leurres et lueurs (1960), incluido en Diwan africano. Poetas de expresión francesa (Editorial Arte y literatura, La Habana, 1988, selec. y trad. de Rogelio Martínez Furé).
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