si tú fueras como yo, soñado
a diestro y siniestro por
los cuellos de botellas de aguardiente en
la mesa de las putas
- echa
a mi suerte el lance debido, cabellera del mar,
palea acumulándola la ola que me lleva, negra maldición,
ábrete camino
a través del más ardiente seno,
pluma de pena glacial -,
a-
dónde
no vendrías tú a yacer conmigo, incluso
en los bancos
de la Madre Clausen, sí, ella
sabe cuántas veces te
canté hasta arriba en la garganta, arandidadu
como el aliso azul-arándano
del país natal con todo su follaje,
arandudadi,
tú, como la
flauta astral de
más allá de la cumbre del mundo - también allí
nadamos, nudodesnudos, nadamos,
el verso del abismo sobre
la frente encendida - inencandecido
se cavó el oro fluyente
en lo más íntimo
sus caminos hacia arriba-,
aquí,
con velas ciliadas,
también el recuerdo pasó de largo, lentos
saltaban los incendios al otro lado, separadas,
tú,
separadas sobre
las dos negroazuladas
gabarras de la memoria,
pero impulsadas también ahora
por el brazo
millar, con el que te sostuve,
cruzan por delante de tascas-de-lances-de-estrellas,
nuestras todavía borrachas, bebedoras
bocas de mundos paralelos -sólo menciono ésas-,
hasta que al otro lado en la torre verde-tiempo del reloj
la membrana de la retina, del cuadrante, silente
se despega - un dique de delirio,
flotante, delante del cual
las letras
blanco-fuera-del-mundo
de las grandes grúas escriben
un nombre imposible, por el que
trepa hasta arriba para el salto mortal la
carreta de grúa Vida,
a ése
lo dragan las frases ávidas
de sentido pasada la medianoche,
hacia él
arroja el pecado neptúnico su cable de remolque
color aguardiente de trigo,
entre
dodeca-
fónicas
boyas de gimoteos de amor
-garrucha de pozo entonces, contigo
canta eso en el coro
que ya no es de un país interior-
danzando vienen los barcos fanales,
de bien lejos, de Odesa,
la línea de flotación
que se hunde con nosotros, fiel a nuestra carga,
espejea bufoneando todo esto
hacia abajo, hacia arriba y -¿por qué no?
sanado en carne viva, dónde -,
si -
por aquí y por allí y por aquí.
Paul Celan en Cambio de aliento (1967), incluido en Obras completas (Editorial Trotta, Madrid, 2002, trad. de José Luis Reina Palazón).
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Muy difícil la poesía de Celan; llena de claves y signos que suelen ser incógnitas para el lector. Pero de todos sus versos exhala un perfume de misterio, sensual y cromático que hace de su lectura una necesidad absorbente. Gracias por compartir.
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