He caminado por
la ciudad con un viejo guerrillero
Incesantemente ráfagas de ametralladora le abrían
los textiles dentro de él incesantemente
los cruces de calles lo colmaban de inquietud
el asfalto despejado para el francotirador
y su tambor de plomo
Como si se hubiese estado desangrando los últimos
veinte años entraba sin cesar
a comprar algodón
Los pasos de peatones lo llenaban
de terror en vano
trataba de convencer a la gente para que
se dispersase
Los patios traseros por el contrario ponían en orden
sus pensamientos
Él hubiese preferido cerrar las tiendas
para que las existencias
durasen más tiempo
Vista y no vista
allí una vieja guerra arrinconada
detrás de la argamasa y aquí
dentro del marco de las ventanas
futura guerrilla urbana y chabolas
en vertical
Quién entre la multitud de por allí
en la zona de operaciones de la City
lleva las manos de la enfermera y
quién la transparente
caja torácica
A favor o en contra
tu opinión como las marcas
de la diana
Grupos sanguíneos de confianza
allí cerca
el político todavía tranquilo en el coche
el guardaespaldas bostezando en mitad
del punto de mira
Así
30 años después
el autobús prosigue su camino balanceándose un poco
y el bolso abandonado
sin tic-tac en el asiento
de atrás.
Jess Ørnsbo en Kongen er mulat men hans søn er neger (1971), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
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