Si le sirven, con gesto hosco, una raíz en su plato, una enorme raíz:
"—Vamos, coma. ¿Qué espera?
—Oh, sí, en seguida, claro."
No quiere meterse en problemas inútilmente.
Y si, a la noche, le niegan una cama:
"—¿Qué? ¿No habrá venido usted desde tan lejos para dormir, no? ¡Vamos!, tome su baúl y sus bártulos: es el mejor momento del día para caminar.
—Bueno, bueno, sí... es verdad... Era un chiste, por supuesto. Oh, sí, por... por bromear."
Y vuelve a internarse en la noche oscura.
Y si lo echan del tren:
"—¡Ah!, entonces usted piensa que hace tres horas que estamos calentando esta locomotora y que hemos enganchado ocho vagones para transportar a un mozo de su edad, de salud perfecta, que puede ser perfectamente útil aquí, que no tiene necesidad de irse a ninguna parte, y si es para esto que se habrán cavado túneles, hecho saltar toneladas de rocas con dinamita y tendido centenares de kilómetros de rieles en años y años, sin contar con que además hace falta vigilar continuamente la línea para prevenir sabotajes, y todo eso para...
"—Bueno, bueno. Comprendo perfectamente. Había subido, oh, para echar un vistazo... Ya está, eso es todo. Simple curiosidad, ¿no es cierto? Y gracias mil veces."
Y vuelve a los caminos con sus equipajes.
Y si en Roma desea ver el Coliseo:
"—¡Ah, no! Escuche: se encuentra en bastante mal estado. Y luego el señor querrá tocarlo, ponerle sus pies encima, sentarse allí... es así como no quedan más que ruinas por todas partes. Fue una lección para nosotros, una dura lección, pero en lo sucesivo no, se acabó, no más.
"—Bueno, bueno, era... Yo sólo quería pedirle una tarjeta postal, fotografías tal vez... si acaso..."
Y abandona la ciudad sin haber visto nada.
Y si en el barco, de súbito, el Comisario de a bordo lo señala con el dedo y exclama:
"—¿Qué está haciendo ése aquí? Hum, me parece que hay bastante indisciplina allá abajo. Que me lo hagan descender en seguida otra vez a la bodega. El segundo cuarto acaba de tocar."
Y se aleja haciendo sonar el silbato, y Pluma se desloma durante toda la travesía.
Pero no dice nada, no se queja. Piensa en los desdichados que no pueden viajar, en tanto que él sí viaja, viaja continuamente.
Henri Michaux en Plume, précédé de Lointain inlérieur (1937), incluido en Poetas franceses contemporáneos (Ediciones Librerias Fausto, Bueno Aires, 1974, selec. y versiones de Raúl Gustavo Aguirre).
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