No one is ever spared except in deams
W. H. Auden
Sin clarines ni gallos que mitiguen
la soledad del hombre antes del alba,
lo ve llegar el escritorio antiguo
que sabe la aritmética y el canto.
Puede el poeta convocar ventanas
allí donde los muros nos encierran:
Observa en el jardín ya sin asombro
el barco que al fin ha regresado.
El viejo león, mesándose la barba,
sabe que la belleza es hembra artera:
todo en el jardín es sombra que amenaza,
fauce que en un descuido nos mutila.
La cobarde prudencia le aconseja
alejar de una vez los sueños vanos,
pero muda la sangre amotinada
prepara el abordaje y el asalto.
El mar viene cantando por el viento;
no aquel sereno mar, casi pradera,
sino el mar de maelstroms traicioneros
que tienen por meta un solo centro.
Aunque el reino del viento ha terminado,
los árboles comienzan a vestirse.
No es la ballena que resopla rejos,
otro corcel invade la mañana.
En cada relincho le revela
el loco afán de viajes sosegado:
El sueño existe sólo en esta tierra
y siempre el mar es ámbito prohibido.
Ya está el ferrocarril frente a su puerta
como búfalos que entraran malheridos
a morir calcinados por el fuego,
el mismo fuego que les dio la vida.
'Preferiría no hacerlo', quiso decir,
cruzándose de brazos, mas la pluma
lo aguardaba entre las hojas blancas
mientras el tren callaba en la distancia.
En el jardín, el viento se asentaba.
Tomó la pluma, levantó las anclas
y otra vez la blancura lo llevaba
en pos de la ballena o del naufragio.
Vicente Quirarte, incluido en Tigre la sed. Antología de poesía mexicana contemporánea 1950-2005 (Ediciones Hiperión, Madrid, 2006, selecc. de Víctor Manuel Mendola, Miguel Ángel Zapata y Miguel Gomes).
Otros poemas de Vicente Quirarte
Teoría del oso (II, III, V)
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: