Marmóreo, altivo, refulgente y bello,
corona de su rostro la dulzura,
cayendo en torno de su frente pura
en ondulados rizos el cabello.
Al enlazar mis brazos a su cuello
y al estrechar su espléndida hermosura,
anhelante de dicha y de ventura
la blanca frente con mis labios sello.
Contra su pecho inmóvil, apretada,
adoré su belleza indiferente,
y al quererla animar desesperada,
llevada por mi amante desvarío,
dejé mil besos de ternura ardiente
allí apagados sobre el mármol frío.
Juana Borrero, incluido en Antología de la poesía cubana (Verbum Editorial, Madrid, 2002, ed. de José Lezama Lima).
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