La hierba me resulta extrañamente alta,
tumbado con la nariz pegada a la tierra.
Si me doblo hacia abajo todo lo que puedo,
mi mundo se hace muy grande.
Bajo los verdes portales puntiagudos
me detengo. Aquí me quedaré.
¡No me atrevo a perderme en la brillante oscuridad!
No me atrevo a perderme entre las briznas.
Dentro de los vestíbulos alboreantes de las briznas
hay una voz que se despierta y llama
en un ascendente: ¿vienes, vienes ahora,
vienes, vienes, vienes ahora,
tú ahora?
Y como respuesta
suena dentro de mí,
maravillosa, una voz clara como la de un niño:
¡No, todavía no! ¡No, todavía no!
Pero cuando haya pasado mi locura,
cuando mis sueños de grandeza hayan pasado,
entonces iré, entonces iré,
entonces seré pequeño y bastante feliz.
Tom Kristensen en Verdslige sange (1927), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).
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