Sófocles tiene la edad de Edipo
cuando escribe su drama Edipo en Colono.
Es decir, es ya un anciano.
Sabe que el mito es la eternidad
que se infiltra en el tiempo.
Ha dejado atrás la respuesta a la pregunta quién soy
o más bien sigue sin saber nada.
Los olivos, agostados por el calor,
apenas echan sombra.
Las lagartijas se calientan al sol
de un blanco mediodía, hora muerta de las almas.
El tiempo no se moverá del sitio hasta que el Hades
apele de nuevo a sus sombras blancas.
En este tiempo breve, la piel de las mujeres no envejecerá,
los niños quedarán inmovilizados sosteniendo sus juguetes,
amainará el alboroto en las casas y en las plazas,
y la gente mayor no se acercará ni siquiera un segundo
al umbral de la eternidad, y tal vez tampoco al conocimiento definitivo.
Mala hora, piensa Edipo. Mala hora, anota Sófocles.
Nosotros también perduramos inmóviles, en el coche,
sobre la ceniza roja del precipicio.
El calor remite lentamente. Pasa la hora de los demonios.
Una abeja empieza a zumbar bajo el techo.
Creta, julio de 2005.
Anna Piwkowska, incluido en Poesía a contragolpe. Antología de poesía polaca contemporánea (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2012, selec. y trad. de Abel Murcia, Gerardo Beltrán y Xavier Farré).
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