Dame tu pata, como buena estrella, Jim.
Una pata igual no vi en mi vida.
Ladremos juntos este día tranquilo
a la cara de la luna que nos mira.
Dame tu pata, como buena estrella, Jim.
No seas así; no te relamas tanto...
Sólo quiero que caigas en la cuenta...
Porque tú no sabes lo que es esta vida,
ni que vivirla merece la pena.
Sé que tu dueño es amable y distinguido,
que por su casa pasan muchos caballeros.
Y todos ellos, sonriendo, pretenden
acariciar tu piel de terciopelo.
¡Eres, a lo perro, una hermosura!
Juguetón, ingenuo y cariñoso.
Y sin pedir a nadie explicaciones,
besas, como el amigo ebrio, a todos.
Amigo Jim, entre todos esos huéspedes,
¡hubo tantos así y de mil maneras!...
Dime, ¿aquella tan callada, la más triste,
no entró tal vez por esa puerta?
Ella vendrá, te juro que ella viene.
Y si por desgracia, yo, allí no estuviese,
lámele por mí su mano, con ternura,
por todo cuanto fui culpable e inocente.
Serguei Yesenin, incluido en Antología poetas soviéticos (Editorial AHR, Barcelona, 1968).
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